La vieja cocinera la acogió con agrado y le relató todo lo sucedido. Mei Li, llena de tristeza, quiso salir huyendo de allí en busca de su madre. Hiyori, la cocinera, le aconsejó que fuera discreta y descartara la idea, al menos por el momento. No había que levantar las sospechas del malvado Hong-xiang y poner en peligro su vida. Ahora debía aguardar el momento oportuno para hacerse presente ante su padre, el rey. Pasó una semana y su puesto como ayudante de cocina le permitió ir conociendo todas las intrigas palaciegas. Fue descubriendo poco a poco la ambición desmedida por el poder y el lujo de la joven esposa del rey, ambición que compartía con su hermano y su tío Hong-xiang. Una buena mañana la vieja Hiyori decidió que fuese Mei Li la que acompañara a la jefa de provisiones del reino para que hicieran una serie de encargos para las cocinas de palacio. Al pasear por el pueblo solo vio pobreza, y la tristeza en el semblante de todos aquellos que se iban encontrando. Al
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