Coloreado por Jesús Barrado López |
Esta mañana Melisa se ha levantado con muy buen humor, después del episodio de China se encuentra que sabe mucho más de historia, que lo que antes sabía y sabe más cosas de su vecino cuatro pelos. Al salir al jardín ha visto a cuatro pelos hablando con su padre, casi siempre lo hacen pero nunca antes tenía curiosidad por la vida de cuatro pelos. ¿Me habré convertido yo también en fisgona?..se pregunta Melisa que se acerca hacia la tapia del jardín a toda prisa.
Escucha atenta la conversación y no puede creerse el notición. Cuatro pelos no es otro que su tío Ramón. Se entera que su tía Elisa y su primo Ricardo desaparecieron hace un año. Su tía Elisa es una eminente científica que trabajaba en Nueva York, en un proyecto sobre el traslado de la materia. Ricardo había construido otra máquina similar pero más pequeña y la acopló a su mochila para enseñársela a su profesora de ciencias Doña Priscila. Una tarde en uno de sus ensayos algo terrible sucedió, cuando se iban a marchar la máquina empezó a gorgotear y pegó un zumbido que casi les estallan los oídos y de pronto emitió un rayo y desaparecieron los dos. Al parecer un doctor envidioso y malvado la máquina había manipulado, quería robarles el invento pues él no avanzaba en sus experimentos y juró robar a todos los científicos del mundo sus experimentos.
Desde entonces, cuatro pelos el fisgón- digo su tío Ramón- no ha parado de buscar por todo el mundo. Y triste y desolado volvió a España a vivir al lado de su hermano. De tanta preocupación se le ha caído el pelo, por eso los niños le llaman cuatro pelos, pero a él no le importa. Cuando escuchó que los niños querían construir una máquina del tiempo se dedicó a fisgonear, para comprobar si la máquina funcionaba y a su familia volver a buscar.
Melisa cuando esto ha oído su corazón se ha enternecido y ha jurado leer el libro de encantamientos de su abuela Sacramento, para hacer un hechizo que le permita seguir el rastro de su primo Ricardo. Se ha subido al desván a estudiar el libro y ha encontrado uno que le viene al pelo para ayudar a su tío cuatro pelos. El hechizo ha conjurado y del efecto del hechizo el gato Bartolo se ha caído del tejado rodando como un bolo.
Cuatro pelos le cuenta al padre de Melisa lo de la máquina del tiempo, pero este no le cree y le dice que le lleve una prueba de lo que le cuenta, cree que a su hermano también se le ha ido la chapeta.
Melisa se lo ha contado a nuestros amigos y todos han quedado en el jardín, pero han jurado no comentarle nada a cuatro pelos de que saben su verdadera identidad, y buscarán a su familia para ver su cara de felicidad.
Antes de marcharse a casa de Silvestre, Melisa ha gritado fuerte a su madre para que cuatro pelos la oyese y así la siguiese.
- ¡Mamáaaa que me he quedado con Miranda y Silvestreeee!
-Vale hija, hasta luego
Melitón casi del susto se da un coscorrón y es que el grito de Melisa se ha oído casi en la ciudad italiana de Pisa. Hasta el gato Bartolo se ha vuelto a caer y jura que se vuelve con su familia a Santander.
Cuatro pelos que lo ha oído, corriendo ha salido y se ha adelantado todo lo que ha podido. Ha llegado el primero y como siempre y de costumbre se ha camuflado en el maletero. Acaban de llegar Silvestre y su primo Eugenio, ese al que todos le dicen que es un genio. Luego al cabo de un segundo llegan Melisa, Miranda y el ratón Melitón que aún se duele del coscorrón. Eugenio ve el tractor y le entusiasma el superordenador.
-Melisa ¿ a dónde vamos hoy? pregunta Silvestre.
- A Irlanda.
- Pero ¿cabemos todos? pregunta Eugenio al ver que el tractor se les está quedando pequeño.
-Sí no te preocupes, Melitón nuestro inteligente ratón es nuestro programador de viajes, espero que esta vez no lo chafes.
-No te preocupes Silvestre, esta vez estaremos en una época decente.
- Y.... uf...Eugenio intenta preguntar por cuatro pelos, pero Miranda le ha tapado la boca y en el oído le ha comentado que ya está en el maletero acoplado.
- Melitón vamos a Irlanda, fija la fecha en un año aproximadamente. Pero el gato Bartolo ha aparecido y casi le hinca el diente, creo que le ha dado a la época mediaval, madre mía la que se va a liar.
A Irlanda han llegado y en una verde pradera han aterrizado. Han visto un hermoso zorro rojo, que se ha quedado bizco de mirarlos a los ojos. El zorro nunca ha visto semejante artefacto y del susto casi le da un infarto. Ha salido huyendo corriendo por todo el prado.
- Wow cuántos tréboles, estos dan mucha suerte ¿no?- pregunta Melisa mientras coge algunos.
- No son los de cuatro hojas los que dan suerte, los tréboles son de tres hojas por eso se llaman tré-bo-les, de tre tres explica fastidioso Melitón.
Eugenio se ríe con ganas nunca había visto un ratón que hablase y mucho menos tan inteligente, está encantado de conocerle, cree que quizás se deba algún experimento chiflado de su amiga Melisa, que por alguna feliz casualidad le salió una genialidad, un ratón que habla y razona de verdad.
De repente a sus espaldas oyen una voz familiar es cuatro pelos que acaba de saltar, en el aterrizaje ha salido despedido por los aires como si fuera superman.
-¡Sabéis chicos en Irlanda hay una ayyyyy! cuatro pelos ha tropezado con una trampa para zorros, menos mal que el cepo ha pillado un grueso tronco y su pie está intacto, pero al caer ha oído una vocecilla decir algo.
- ¡Qué fastidio, siempre me topo con un humano torpe y despistado!
- ¿Habéis oído lo mismo que yo? pregunta cuatro pelos.
- Noo no hemos oído nada. Contestan al unísono todos, que se miran unos a otros como si estuviera loco. Menos Melitón que si lo ha oído.
- Yo también lo he oído.
De repente ¡zas! aparece ante sus ojos un duendecillo verde. Melisa de la impresión da un traspiés y pierde uno de sus zapatos, concretamente el de color morado.
Cuatro pelos se queda fijo mirando al duendecillo y les explica que según la leyenda se les llama Leprechaum y que si les miras fijamente no se pueden ir, cuenta la leyenda que quien los descubre encuentra su tesoro. El duende les dice que en efecto así es, que le dejen marchar, que si Melisa quiere su zapato él gustosamente se lo arreglará.
-Tienes de plazo una hora, pero Melitón te acompañará para que no nos engañes.
Al cabo de la hora llegan los dos con un nuevo zapato anaranjado. A Melisa el pasmo le ha dado, ya que ella quiere su zapato morado. El duende les ofrece su vasija de barro con monedas de oro en compensación por el fallo. Los niños aceptan y obtienen cada uno una moneda de oro, también cuatro pelos, que ya tiene la prueba de que la máquina del tiempo no es un camelo.
Siguen en su excursión hacia una población cercana en la que parece que están celebrando una fiesta o algo parecido. Cuando se acercan se quedan sorprendidos es un torneo mediaval. Oh Dios mío, Melitón la ha vuelto a liar.
- La fecha es más o menos decente, no me dijisteis cual. Se excusa Melitón no sin razón.
Algo les ha llamado la atención, se trata de un individuo que está al lado de un hombre que anda trabajando en algo parecido a un motor para sacar agua. A cuatro pelos le suena esa cara. Cree que es el doctor Malcoco, el ladrón de inventos que se ha vuelto loco. Está dibujando los planos de algo, que ese hombre está ideando. Se han acercado para averiguar quien es ese inventor, pero al acercarse a Malcoco reconoce a cuatro pelos y en el intento, tropieza y chafa el invento. Se arma una de mil demonios, y para resolver tal afrenta deben batirse en torneo Malcoco y Silvestre.
Eligen caballo y lanza, mientras tanto Melisa hace un encantamiento para que Malcoco no vea un pimiento. Y la fórmula éxito ha dado pues a la primera acometida se ha caído del caballo y al salir corriendo se ha dado contra una tabla del cercado, que se ha doblado y como si fuera un trampolín le ha enviado a un tejado. Ocasión que nuestros amigos han aprovechado para marcharse del poblado, dado que el duque del condado se ha enojado con tan penoso espectáculo.
Han llegado al tractor y han programado la vuelta, ya saben que por allí probablemente pasó su tía, porque Malcoco les gritó que encontraría a Elisa y a Ricardo y les robaría el invento más tarde o más temprano.
Al llegar la noche, cuatro pelos le ha enseñado la moneda de oro a su hermano Roberto, pero este se ha quedado pensativo y no le ha dicho si cree que eso es mentira o es cierto.
Desde entonces, cuatro pelos el fisgón- digo su tío Ramón- no ha parado de buscar por todo el mundo. Y triste y desolado volvió a España a vivir al lado de su hermano. De tanta preocupación se le ha caído el pelo, por eso los niños le llaman cuatro pelos, pero a él no le importa. Cuando escuchó que los niños querían construir una máquina del tiempo se dedicó a fisgonear, para comprobar si la máquina funcionaba y a su familia volver a buscar.
Melisa cuando esto ha oído su corazón se ha enternecido y ha jurado leer el libro de encantamientos de su abuela Sacramento, para hacer un hechizo que le permita seguir el rastro de su primo Ricardo. Se ha subido al desván a estudiar el libro y ha encontrado uno que le viene al pelo para ayudar a su tío cuatro pelos. El hechizo ha conjurado y del efecto del hechizo el gato Bartolo se ha caído del tejado rodando como un bolo.
Cuatro pelos le cuenta al padre de Melisa lo de la máquina del tiempo, pero este no le cree y le dice que le lleve una prueba de lo que le cuenta, cree que a su hermano también se le ha ido la chapeta.
Melisa se lo ha contado a nuestros amigos y todos han quedado en el jardín, pero han jurado no comentarle nada a cuatro pelos de que saben su verdadera identidad, y buscarán a su familia para ver su cara de felicidad.
Antes de marcharse a casa de Silvestre, Melisa ha gritado fuerte a su madre para que cuatro pelos la oyese y así la siguiese.
- ¡Mamáaaa que me he quedado con Miranda y Silvestreeee!
-Vale hija, hasta luego
Melitón casi del susto se da un coscorrón y es que el grito de Melisa se ha oído casi en la ciudad italiana de Pisa. Hasta el gato Bartolo se ha vuelto a caer y jura que se vuelve con su familia a Santander.
Cuatro pelos que lo ha oído, corriendo ha salido y se ha adelantado todo lo que ha podido. Ha llegado el primero y como siempre y de costumbre se ha camuflado en el maletero. Acaban de llegar Silvestre y su primo Eugenio, ese al que todos le dicen que es un genio. Luego al cabo de un segundo llegan Melisa, Miranda y el ratón Melitón que aún se duele del coscorrón. Eugenio ve el tractor y le entusiasma el superordenador.
-Melisa ¿ a dónde vamos hoy? pregunta Silvestre.
- A Irlanda.
- Pero ¿cabemos todos? pregunta Eugenio al ver que el tractor se les está quedando pequeño.
-Sí no te preocupes, Melitón nuestro inteligente ratón es nuestro programador de viajes, espero que esta vez no lo chafes.
-No te preocupes Silvestre, esta vez estaremos en una época decente.
- Y.... uf...Eugenio intenta preguntar por cuatro pelos, pero Miranda le ha tapado la boca y en el oído le ha comentado que ya está en el maletero acoplado.
- Melitón vamos a Irlanda, fija la fecha en un año aproximadamente. Pero el gato Bartolo ha aparecido y casi le hinca el diente, creo que le ha dado a la época mediaval, madre mía la que se va a liar.
A Irlanda han llegado y en una verde pradera han aterrizado. Han visto un hermoso zorro rojo, que se ha quedado bizco de mirarlos a los ojos. El zorro nunca ha visto semejante artefacto y del susto casi le da un infarto. Ha salido huyendo corriendo por todo el prado.
- Wow cuántos tréboles, estos dan mucha suerte ¿no?- pregunta Melisa mientras coge algunos.
- No son los de cuatro hojas los que dan suerte, los tréboles son de tres hojas por eso se llaman tré-bo-les, de tre tres explica fastidioso Melitón.
Eugenio se ríe con ganas nunca había visto un ratón que hablase y mucho menos tan inteligente, está encantado de conocerle, cree que quizás se deba algún experimento chiflado de su amiga Melisa, que por alguna feliz casualidad le salió una genialidad, un ratón que habla y razona de verdad.
De repente a sus espaldas oyen una voz familiar es cuatro pelos que acaba de saltar, en el aterrizaje ha salido despedido por los aires como si fuera superman.
-¡Sabéis chicos en Irlanda hay una ayyyyy! cuatro pelos ha tropezado con una trampa para zorros, menos mal que el cepo ha pillado un grueso tronco y su pie está intacto, pero al caer ha oído una vocecilla decir algo.
- ¡Qué fastidio, siempre me topo con un humano torpe y despistado!
- ¿Habéis oído lo mismo que yo? pregunta cuatro pelos.
- Noo no hemos oído nada. Contestan al unísono todos, que se miran unos a otros como si estuviera loco. Menos Melitón que si lo ha oído.
- Yo también lo he oído.
De repente ¡zas! aparece ante sus ojos un duendecillo verde. Melisa de la impresión da un traspiés y pierde uno de sus zapatos, concretamente el de color morado.
Cuatro pelos se queda fijo mirando al duendecillo y les explica que según la leyenda se les llama Leprechaum y que si les miras fijamente no se pueden ir, cuenta la leyenda que quien los descubre encuentra su tesoro. El duende les dice que en efecto así es, que le dejen marchar, que si Melisa quiere su zapato él gustosamente se lo arreglará.
-Tienes de plazo una hora, pero Melitón te acompañará para que no nos engañes.
Al cabo de la hora llegan los dos con un nuevo zapato anaranjado. A Melisa el pasmo le ha dado, ya que ella quiere su zapato morado. El duende les ofrece su vasija de barro con monedas de oro en compensación por el fallo. Los niños aceptan y obtienen cada uno una moneda de oro, también cuatro pelos, que ya tiene la prueba de que la máquina del tiempo no es un camelo.
Siguen en su excursión hacia una población cercana en la que parece que están celebrando una fiesta o algo parecido. Cuando se acercan se quedan sorprendidos es un torneo mediaval. Oh Dios mío, Melitón la ha vuelto a liar.
- La fecha es más o menos decente, no me dijisteis cual. Se excusa Melitón no sin razón.
Algo les ha llamado la atención, se trata de un individuo que está al lado de un hombre que anda trabajando en algo parecido a un motor para sacar agua. A cuatro pelos le suena esa cara. Cree que es el doctor Malcoco, el ladrón de inventos que se ha vuelto loco. Está dibujando los planos de algo, que ese hombre está ideando. Se han acercado para averiguar quien es ese inventor, pero al acercarse a Malcoco reconoce a cuatro pelos y en el intento, tropieza y chafa el invento. Se arma una de mil demonios, y para resolver tal afrenta deben batirse en torneo Malcoco y Silvestre.
Eligen caballo y lanza, mientras tanto Melisa hace un encantamiento para que Malcoco no vea un pimiento. Y la fórmula éxito ha dado pues a la primera acometida se ha caído del caballo y al salir corriendo se ha dado contra una tabla del cercado, que se ha doblado y como si fuera un trampolín le ha enviado a un tejado. Ocasión que nuestros amigos han aprovechado para marcharse del poblado, dado que el duque del condado se ha enojado con tan penoso espectáculo.
Han llegado al tractor y han programado la vuelta, ya saben que por allí probablemente pasó su tía, porque Malcoco les gritó que encontraría a Elisa y a Ricardo y les robaría el invento más tarde o más temprano.
Al llegar la noche, cuatro pelos le ha enseñado la moneda de oro a su hermano Roberto, pero este se ha quedado pensativo y no le ha dicho si cree que eso es mentira o es cierto.
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