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Las aventuras de la bruja Melisa


    Os voy a contar las aventuras de la bruja Melisa, una bruja que en vez de miedo, da risa. Melisa es una joven alta y desgarbada, y también muy despistada. Tan despistada que a veces pienso que no se entera de nada.
   Estudia cuarto de la ESO, pero su ilusión es estudiar Química en la Universidad y mejorar sus pócimas y recetas, para ser una bruja algo más coqueta. Pero tengo que decir que ayer en clase de Química, cuando hacían un experimento en el laboratorio, se armó un jaleo de mil demonios. Nuestra Melisa probó la mezcla de su probeta, y desde entonces los profesores dicen que está majareta.
    Lleva dos días que ensaya en su casa de noche y de día, y por arte de magia todos sus hechizos se transforman en potaje de judías. 
   Esta mañana se ha levantado con mucha alegría, dice que tiene una gran idea. Ha tomado la decisión de hacer un cambio de estilo y peinado. Y ha decidido ponerse un zapato de cada color, pues comenta que así será una bruja mejor.  Se los encarga a un fabricante de Elche que es un gran diseñador y dice que con su estilo vistiendo y su pelo color zanahoria será la bruja más moderna y con más memoria. Y a su amigo el Búho Ricardo al verla de esta guisa casi le da un infarto. Pero también está su  fiel amigo el ratón Melitón se ha escondido para que no le de el tostón. Cuando salía para ir a clase ha visto a su vecino cuatro pelos "el fisgón" que es un vecino curioson y que espía cada día a nuestra amiga Melisa, pero siempre le descubre porque le entra la risa.
   Ha entrado a la clase y se ha sentado con su amiga Miranda, que es una joven estudiosa a la que le gusta llevar cada día una nueva bufanda. Hoy el profesor de Ciencias, les ha animado para hacer un invento para este trimestre, y a Melisa se le ha ocurrido la brillante idea de hacer una máquina del tiempo junto a su amigo Silvestre. Silvestre algo aturdido no ha dicho ni pío. El profesor ante tan descabellada idea les ha dicho a sus alumnos que hagan una invención sencilla. Pero Melisa no ceja en su idea y quiere hacer la máquina del tiempo para visitar a las hadas de todos los cuentos. Ante esta idea sus compañeros sorprendidos, la han despedido entre risas y pitidos. 
    De vuelta a casa, le espera su padre a quien le ha comentado el trabajo encomendado. Su padre algo sorprendido le ha dicho:
- ¡Melisa hija mía eso es prácticamente imposible!
-No papá, ya tengo ideado los planos y como el tío de Silvestre tiene un tractor viejo y escacharrado, le pediremos permiso para usarlo.
 - Bueno hija, si esa es tu idea, pues no hay más que hablar, pero luego si no te sale nada, no te pongas a llorar.
- No papá, asumiré mis errores como una mujer adulta.
  Su padre bufa como un gato. No es bueno que lea tantas novelas del Harry Potter y de hechicerías  ya que solo se le ocurren nada más que tonterías. Se pregunta que cuando sentará la cabeza, pero piensa que igual lo hará cuando crezca.
   Melisa acaba de terminar de hacer sus deberes, puesto que  aunque algo chiflada es una brujita estudiosa y aplicada. Acaba de llamar a su amigo Silvestre para contarle que ya ha diseñado la máquina para terminarla antes de que finalice el trimestre. Silvestre no da crédito a lo que oye, y en vez de reírse sin parar, parece que le ha picado la curiosidad. Así que ha decidido trabajar con Melisa en la máquina del tiempo, piensa que aunque parezca un sin sentido, a lo mejor resulta de lo más divertido.

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