Están todos preparados en sus pupitres con una rana cada uno en un frasco y un algodón con cloroformo. Melisa mira su rana que parece que le mira con ojos llorosos, tanto que a ella misma se le cae la lagrimilla y en vez del pañuelo coge el algodón y entra en un profundo sueeeeño. Lo último que ve son los ojos de la rana que parece implorarle ayuda y ella sin apenas fuerza abre el tarro de cristal y la libera. Se forma un follón de tres al cuarto, pues la rana no para de dar saltos.
-¡Tengo una idea! le comenta Silvestre a Eugenio.
-¿Cual?
-¿Te acuerdas de la película de ET cuando liberaban a las ranas en el laboratorio?
-Sí, que diver...¿lo hacemos?
-¡Vale, pero disimula como si se nos hubiese escapado sin querer!
Silvestre y Eugenio liberan sus batracios y al cabo del rato todo son gritos y saltos.
La profesora de Biología se ha ido con un ataque de nervios, pues la que se ha formado en el laboratorio no es para menos. Eso sí las ranas se han escapado felizmente y los chicos se han divertido divinamente. Todos....menos Melisa que aún duerme como un lirón hasta que al moverse se ha caído y se ha dado un buen coscorrón.
En el recreo recibe la llamada de Juan Miguel que les ha contado que ha recibido la visita de la tía de Melisa. Les ha entregado el condensador y le han comentado que les hace falta dos baterías de litio y a ser posible un cargador de pilas que funcione con energía solar. Eugenio ha comentado que sabe dónde venden el cargador y que las baterías de litio valen las de los teléfonos móviles así que no hay problema en hacerse con todo el material.
Por la tarde han quedado en viajar al antiguo Egipto, por si las moscas llevan las baterías de litio.
Cuatropelos ha llegado tarde y como puede se agarra a cualquier parte. Al llegar al antiguo Egipto y debido a la velocidad a la que entran en el espacio-tiempo sale despedido como si se lo llevara el viento. No ven dónde está. Han llegado justo al lado de la esfinge de Gizeh, pero a Cuatropelos nadie le ve. Nadie hasta que oyen una voz que viene de arriba.
-¡Chicoooooos estoooy aaaquíiiiii!
Cuando los chicos miran hacia arriba no pueden creerlo encima de la esfinge está encaramado Cuatropelos.
-¡Por Dios! ¿Cómo ha llegaaado usted ahí? le pregunta el profesor Piedrahita.
-¡Ha sido al freeenar que he salido despeeedidoooo! grita Cuatropelos haciendo equilibrio.
Intenta bajar como puede pero de un traspiés se resbala y cae sobre la nariz de Gizeh, y por desgracia y por el aumento de peso la nariz se desprende a trozos como si fuera un queso. Lo malo es el golpe que se ha dado, que al pobre de Cuatropelos lo ha dejado desmemoriado. Tanto que no recuerda ni quién es, ni dónde está.
El profesor Piedrahita le ha convencido para que les siga en sus andanzas y han contratado a un conductor de caravanas para que les lleve a la ciudad del Cairo para encontrar a la tía y el primo de Melisa.
Después de un viaje agotador, Melitón se ha sentado a descansar al lado de una fuente y así todos han seguido su ejemplo, no soportan tanto calor.
Al cabo de media hora ya todos recuperados inician su marcha para ver si ven algo. Ven un enorme y grandioso desfile, llega Julio César haciendo un paseo triunfal que ha venido a tierras de Egipto para a Cleopatra conquistar. En un momento,Silvestre parece reconocer a Alberto y le hace una señal para que esté atento y en el cuello de un hermoso galgo cuelga una bolsita con las baterías de litio y el cargador solar; mientras, al otro lado Alberto agita su pata de conejo de la suerte y el galgo sin pensarlo allá que va. Es una magnífica idea, ya que al otro lado no les dejan pasar. Y al cabo de diez minutos a Alberto no logran localizar.
Ven pasar las legiones de César y junto a él un individuo que se las da de importante y a Melitón su rostro le resulta familiar, pero ahora no se puede acordar. Según cuentan, se trata de un importante comerciante de perfumes y articulos de belleza que tanto gusta a la reina. Y César que está de Cleopatra enamorado le lleva al comerciante con innumerables regalos. Los chicos no dejan de mirar al comerciante y embobados siguen camino adelante, siguiendo la comitiva a las puertas del palacio acaban de llegar. Sin darse cuenta entran como si fueran parte de la comitiva de regalos y presentes y cuando se dan cuenta les piden que ante la mismísima Cleopatra se presenten.
Cuando los chicos, Cuatropelos, Piedrahita y Melitón llegan ante la presencia de Cleopatra la encuentran probando una crema del famoso creador de perfumes. Cuando ella les pregunta si tienen para ella algún presente se miran unos a otros sin saber que decirle. Melisa que siempre lleva su pequeña mochila llena de cosas raras, saca un frasco de perfume que le había comprado a su tía para el día su cumpleaños; que por cierto, es mañana.
- Si alteza tengo un presente que creo que será de su agrado es un perfume especial que no encontrará en ningún otro lado.
Cuando todos ven que se trata de Chanel nº5 casi pegan un brinco. Esta Melisa está loca como explica ahora lo de ese perfume y todo lo que hay ahí escrito ¡Qué barbaridad!
Pero Cleopatra lo huele y queda entusiasmada con esa dulce y hermosa fragancia, pero a los dos segundos le pica toda la espalda.
-¡Qué picor por Osiris, Ra y Anubis que como pille al de las cremas le saco hasta las venas!
-¿ Qué le sucede alteza? pregunta Melitón.
-Son las cremas que me ha dado ese mal nacido de Macocor
-Me temo alteza que se trata de un impostor, y su nombre es Malcoco y le llevamos buscando desde no hace bien poco.
-¡Soldados buscad a ese comerciante mal nacido! Cuando lo apreséis traedlo ante mí que ya justicia haré por burlarse de mí.
Melisa piensa en hallar una solución para quitarle a la reina la urticaria que le ha producido esa crema. Y buscando, buscando halla una pomada que el dermatologo le mandó a su madre hace muy poco.
-Si me permitís alteza le puedo dar una solución
-Decidme joven amiga, qué solución me dais.
-Lavaros con leche de burra y luego aplicaros esta crema todos los días hasta que la urticaria desaparezca.
Piedrahita que lo oye se queda de piedra.
- Lo que a esta Melisa no se le ocurraaa...
Todos se empiezan a reir y por si acaso rezan para que no sea otro fiasco. Al cabo de una hora, la reina les manda llamar y les da las gracias pues el picor se le acaba de calmar. No han podido atrapar a Malcoco, que se ha disipado ante sus propios ojos. Eso sí como se le calló el frasco de la crema misteriosa se fue chillando como una niña rabiosa.
-¡Os agradezco vuestro presente y vuestra ayuda y podéis pedir lo que queráis amigos que se os dará sin duda alguna!
-Gracias alteza solo queremos volver a nuestro lugar de destino si nos dan unos camellos y nos llevan hasta la esfinge de Gizeh le estaremos eternamente agradecidos.
- Bien pero antes no os puedo dejar sin antes haceros un regalo de agradecimiento.
Les ha dado a cada uno una pulsera de oro a modo de recuerdo y a Melisa por su regalo tan especial, le ha regalado un hermoso collar.
Al llegar a la esfinge, Cuatropelos ha empezado a recordar pero como los egipcios han visto el estropicio los chicos la boca le han hecho tapar. No vaya a ser que se líe y los tengan que apresar. Se han ido rápido, pero han dejado su huella en el tiempo, ya que la nariz de la esfinge quedó en el recuerdo. Así que los chicos ya saben porque la esfinge no tiene nariz y eso ahora ningún profesor de Historia se lo puede discutir.
Cuatropelos ha llegado tarde y como puede se agarra a cualquier parte. Al llegar al antiguo Egipto y debido a la velocidad a la que entran en el espacio-tiempo sale despedido como si se lo llevara el viento. No ven dónde está. Han llegado justo al lado de la esfinge de Gizeh, pero a Cuatropelos nadie le ve. Nadie hasta que oyen una voz que viene de arriba.
-¡Chicoooooos estoooy aaaquíiiiii!
Cuando los chicos miran hacia arriba no pueden creerlo encima de la esfinge está encaramado Cuatropelos.
-¡Por Dios! ¿Cómo ha llegaaado usted ahí? le pregunta el profesor Piedrahita.
-¡Ha sido al freeenar que he salido despeeedidoooo! grita Cuatropelos haciendo equilibrio.
Intenta bajar como puede pero de un traspiés se resbala y cae sobre la nariz de Gizeh, y por desgracia y por el aumento de peso la nariz se desprende a trozos como si fuera un queso. Lo malo es el golpe que se ha dado, que al pobre de Cuatropelos lo ha dejado desmemoriado. Tanto que no recuerda ni quién es, ni dónde está.
Esfinge de Gizeh |
Después de un viaje agotador, Melitón se ha sentado a descansar al lado de una fuente y así todos han seguido su ejemplo, no soportan tanto calor.
Al cabo de media hora ya todos recuperados inician su marcha para ver si ven algo. Ven un enorme y grandioso desfile, llega Julio César haciendo un paseo triunfal que ha venido a tierras de Egipto para a Cleopatra conquistar. En un momento,Silvestre parece reconocer a Alberto y le hace una señal para que esté atento y en el cuello de un hermoso galgo cuelga una bolsita con las baterías de litio y el cargador solar; mientras, al otro lado Alberto agita su pata de conejo de la suerte y el galgo sin pensarlo allá que va. Es una magnífica idea, ya que al otro lado no les dejan pasar. Y al cabo de diez minutos a Alberto no logran localizar.
Ven pasar las legiones de César y junto a él un individuo que se las da de importante y a Melitón su rostro le resulta familiar, pero ahora no se puede acordar. Según cuentan, se trata de un importante comerciante de perfumes y articulos de belleza que tanto gusta a la reina. Y César que está de Cleopatra enamorado le lleva al comerciante con innumerables regalos. Los chicos no dejan de mirar al comerciante y embobados siguen camino adelante, siguiendo la comitiva a las puertas del palacio acaban de llegar. Sin darse cuenta entran como si fueran parte de la comitiva de regalos y presentes y cuando se dan cuenta les piden que ante la mismísima Cleopatra se presenten.
Cuando los chicos, Cuatropelos, Piedrahita y Melitón llegan ante la presencia de Cleopatra la encuentran probando una crema del famoso creador de perfumes. Cuando ella les pregunta si tienen para ella algún presente se miran unos a otros sin saber que decirle. Melisa que siempre lleva su pequeña mochila llena de cosas raras, saca un frasco de perfume que le había comprado a su tía para el día su cumpleaños; que por cierto, es mañana.
- Si alteza tengo un presente que creo que será de su agrado es un perfume especial que no encontrará en ningún otro lado.
Cuando todos ven que se trata de Chanel nº5 casi pegan un brinco. Esta Melisa está loca como explica ahora lo de ese perfume y todo lo que hay ahí escrito ¡Qué barbaridad!
Pero Cleopatra lo huele y queda entusiasmada con esa dulce y hermosa fragancia, pero a los dos segundos le pica toda la espalda.
-¡Qué picor por Osiris, Ra y Anubis que como pille al de las cremas le saco hasta las venas!
-¿ Qué le sucede alteza? pregunta Melitón.
-Son las cremas que me ha dado ese mal nacido de Macocor
-Me temo alteza que se trata de un impostor, y su nombre es Malcoco y le llevamos buscando desde no hace bien poco.
-¡Soldados buscad a ese comerciante mal nacido! Cuando lo apreséis traedlo ante mí que ya justicia haré por burlarse de mí.
Melisa piensa en hallar una solución para quitarle a la reina la urticaria que le ha producido esa crema. Y buscando, buscando halla una pomada que el dermatologo le mandó a su madre hace muy poco.
-Si me permitís alteza le puedo dar una solución
-Decidme joven amiga, qué solución me dais.
-Lavaros con leche de burra y luego aplicaros esta crema todos los días hasta que la urticaria desaparezca.
Piedrahita que lo oye se queda de piedra.
- Lo que a esta Melisa no se le ocurraaa...
Todos se empiezan a reir y por si acaso rezan para que no sea otro fiasco. Al cabo de una hora, la reina les manda llamar y les da las gracias pues el picor se le acaba de calmar. No han podido atrapar a Malcoco, que se ha disipado ante sus propios ojos. Eso sí como se le calló el frasco de la crema misteriosa se fue chillando como una niña rabiosa.
-¡Os agradezco vuestro presente y vuestra ayuda y podéis pedir lo que queráis amigos que se os dará sin duda alguna!
-Gracias alteza solo queremos volver a nuestro lugar de destino si nos dan unos camellos y nos llevan hasta la esfinge de Gizeh le estaremos eternamente agradecidos.
- Bien pero antes no os puedo dejar sin antes haceros un regalo de agradecimiento.
Les ha dado a cada uno una pulsera de oro a modo de recuerdo y a Melisa por su regalo tan especial, le ha regalado un hermoso collar.
Fijaté, lo de la nariz, luego inventan cualquier historia rara para explicarlo. Claro, que no se pueden imaginar que la realidad es más rara todavía y lo de la leche de burra, que ideas se le ocurren a Melisa XD!
ResponderEliminarMuy chula esta aventura de Egipto.
jajajajaja ves ahí está el misterio de quién se cargó la nariz, tanto tiempo sin saberlo. Y lo de Cleopatra con el Chanel nº5 qué me dices, anda que es tonta jajajaja na ves luego lo compensó bien. Y de la idea de Melisa viene la costumbre de Cleopatra de bañarse con leche de burra, no si al final en poco espacio se desvelan los misterios de miles de años, es lo que tiene tener máquina del tiempo XDD.
Eliminar¡Es muy divertido! Estoy esperando la próxima aventura...espero que la escribas pronto
ResponderEliminarPronto habrá una aventura más de Melisa ;)
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