Cae la noche y Nora ya no puede más, en un último aliento le pide a sus tres cachorros que sigan adelante, que busquen el punto más alto del bosque y cuando divisen la ciudad se dirijan a ella. Sus cachorros se resisten a dejar a su madre, pero ésta les asegura con lágrimas en sus ojos que ella ya no podrá caminar ni un segundo más, se siente débil. Les pide que sean fuertes, que pongan rumbo a la ciudad, allí podrán encontrar comida y quien sabe....un humano que les pueda acoger y dar una vida mejor de la que ella hasta ahora ha tenido.
En la oscuridad de la noche, la luna llena ilumina el camino de los pequeños que avanzan tristes y cabizbajos. Atrás ha quedado Nora, sola y moribunda. No tenía otra opción, siente que sus fuerzas le abandonan y en ese último suspiro, el recuerdo del calor de un hogar en el que fue feliz. Allí tenía el cariño de Humberto, un hombre mayor que la mimaba como si fuera la nieta que nunca tuvo. Pero Humberto no tenía familia y murió sin más compañía que la suya. Cuando Nora fue consciente de que se encontraba sola, vagó por las calles de toda la ciudad. Al cabo de una semana conoció a Sam un perro vagabundo con el que al final terminaría formando pareja. Pero al cabo del tiempo, Sam sería capturado por los laceros y enviado a alguna lúgubre perrera y no volvió a saber más de él.
En la oscuridad de la noche, la luna llena ilumina el camino de los pequeños que avanzan tristes y cabizbajos. Atrás ha quedado Nora, sola y moribunda. No tenía otra opción, siente que sus fuerzas le abandonan y en ese último suspiro, el recuerdo del calor de un hogar en el que fue feliz. Allí tenía el cariño de Humberto, un hombre mayor que la mimaba como si fuera la nieta que nunca tuvo. Pero Humberto no tenía familia y murió sin más compañía que la suya. Cuando Nora fue consciente de que se encontraba sola, vagó por las calles de toda la ciudad. Al cabo de una semana conoció a Sam un perro vagabundo con el que al final terminaría formando pareja. Pero al cabo del tiempo, Sam sería capturado por los laceros y enviado a alguna lúgubre perrera y no volvió a saber más de él.
Sola otra vez se internó en el campo durante un tiempo hasta que tuvo a sus cachorros. El frío y la lluvia hicieron que la salud de Nora se resintiera, pero sus desgracias culminarían con el ataque de esa loba miserable que quiso arrebatarle a sus cachorros. En la lucha encarnizada con aquella arpía, Nora resultó gravemente herida, eso no le importaba porque había logrado salvar a sus pequeños. Decididamente no permitiría que sus cachorros cayeran en manos de una manada de lobos hambrientos. Así que, con las pocas fuerzas que le quedaban, decidió guiarlos hasta la ciudad. Al menos allí podían tener alguna oportunidad.
Los cachorros divisan desde lo alto muchas luces diminutas de colores, son preciosas. El más revoltoso anda jugando con unas luciérnagas que revolotean alrededor de los pequeños. De repente, algo les asusta. Es un sonido algo extraño, una fuerte respiración que proviene de arriba...
-¿El árbol respira tan fuerte? pregunta Nikita.
-No pequeña, soy una lechuza.
-Perdone señora Lechuza ¿sabe usted dónde queda la ciudad? pregunta Toby el más responsable de los tres cachorros.
- Si pequeño,¿ves esas luces de muchos colores? pues esa es la ciudad. Pero antes decidme ¿dónde están vuestros padres?
- Verá señora Lechuza, nosotros no conocemos a nuestro padre, pero nuestra madre estaba muy malherida y creemos que está muerta. Ella nos dijo que siguiéramos hasta la ciudad para escapar de los lobos.
- Si que habéis tenido mala suerte pequeños. Debéis seguir por el camino de tierra, pero tened cuidado con los lobos y con las serpientes que habitan en estas tierras. No os apartéis del camino. Pero tened cuidado, en la ciudad también hay otros peligros, como los coches y algunos humanos desalmados.
- ¡Gracias señora Lechuza!
Los cachorros hacen caso de la sabia Lechuza y toman el camino de tierra en dirección a la ciudad. No obstante, van con sigilo. La noche es fría y los pequeños tienen sed y hambre. Al cabo de unos minutos, ven acercarse unas luces de algo que hace un ruido espantoso. Cada vez se acercan más esas luces ruidosas..Los cachorros por instinto se echan a un lado del camino y ven pasar un enorme artefacto, dentro hay un humano..Cuando llegan a la ciudad ven muchos artefactos iguales, tan ruidosos como el que vieron hace media hora.
Vagan durante horas por la ciudad, solos, desorientados y hambrientos. Al cabo de unos metros, se encuentran a un gato esmirriado y algo viejo comiendo al lado de unos cubos enooormes. Ellos corren hacia la comida como si en ello les fuera la vida. El gato al verlos acercarse a toda velocidad, se espanta y sale por patas. Los pequeños se abalanzan a por la comida.
Roberto y su amiga Laura van charlando de sus cosas, les acaban de dar las notas y están la mar de contentos, no les ha quedado ninguna. Sus padres les han prometido un regalo, pero ahora no saben si decidirse por una nueva consola o una bici nueva. Los dos han salido a tirar la basura. Cuando llegan a los contenedores observan a los cachorrillos hambrientos, son tan lindos que los niños dejan las bolsas en el suelo y con mucho sigilo cogen a dos de los cachorros. El tercero, no sabe para dónde ir, así que decide quedarse allí gruñendo. Los chicos sonríen y sacan de la bolsa, algunos trozos de pan. Así les llevan a sus casas. Roberto le dice a Laura que ya sabe lo que quiere. Y Laura está entusiasmada con Nikita.
Les cuesta convencer a sus padres, pero al final los dos chicos han prometido hacerse responsable de los cachorros. El tercero, Toby, al final ha tenido la suerte de quedarse en la casa de Silvia, la prima de Laura. Ahora tienen por fin un hogar. En su mente, sin embargo, echan de menos a su madre. Allá en el firmamento brilla la constelación del perro, que como un guiño les recuerda a los cachorros que Nora les envía todo su cariño.
Los pequeños son inmensamente felices, por fin pueden disfrutar de un hogar donde quienes lo habitan les otorgan su amor y su respeto.
Los cachorros divisan desde lo alto muchas luces diminutas de colores, son preciosas. El más revoltoso anda jugando con unas luciérnagas que revolotean alrededor de los pequeños. De repente, algo les asusta. Es un sonido algo extraño, una fuerte respiración que proviene de arriba...
-¿El árbol respira tan fuerte? pregunta Nikita.
-No pequeña, soy una lechuza.
-Perdone señora Lechuza ¿sabe usted dónde queda la ciudad? pregunta Toby el más responsable de los tres cachorros.
- Si pequeño,¿ves esas luces de muchos colores? pues esa es la ciudad. Pero antes decidme ¿dónde están vuestros padres?
- Verá señora Lechuza, nosotros no conocemos a nuestro padre, pero nuestra madre estaba muy malherida y creemos que está muerta. Ella nos dijo que siguiéramos hasta la ciudad para escapar de los lobos.
- Si que habéis tenido mala suerte pequeños. Debéis seguir por el camino de tierra, pero tened cuidado con los lobos y con las serpientes que habitan en estas tierras. No os apartéis del camino. Pero tened cuidado, en la ciudad también hay otros peligros, como los coches y algunos humanos desalmados.
- ¡Gracias señora Lechuza!
Los cachorros hacen caso de la sabia Lechuza y toman el camino de tierra en dirección a la ciudad. No obstante, van con sigilo. La noche es fría y los pequeños tienen sed y hambre. Al cabo de unos minutos, ven acercarse unas luces de algo que hace un ruido espantoso. Cada vez se acercan más esas luces ruidosas..Los cachorros por instinto se echan a un lado del camino y ven pasar un enorme artefacto, dentro hay un humano..Cuando llegan a la ciudad ven muchos artefactos iguales, tan ruidosos como el que vieron hace media hora.
Vagan durante horas por la ciudad, solos, desorientados y hambrientos. Al cabo de unos metros, se encuentran a un gato esmirriado y algo viejo comiendo al lado de unos cubos enooormes. Ellos corren hacia la comida como si en ello les fuera la vida. El gato al verlos acercarse a toda velocidad, se espanta y sale por patas. Los pequeños se abalanzan a por la comida.
Roberto y su amiga Laura van charlando de sus cosas, les acaban de dar las notas y están la mar de contentos, no les ha quedado ninguna. Sus padres les han prometido un regalo, pero ahora no saben si decidirse por una nueva consola o una bici nueva. Los dos han salido a tirar la basura. Cuando llegan a los contenedores observan a los cachorrillos hambrientos, son tan lindos que los niños dejan las bolsas en el suelo y con mucho sigilo cogen a dos de los cachorros. El tercero, no sabe para dónde ir, así que decide quedarse allí gruñendo. Los chicos sonríen y sacan de la bolsa, algunos trozos de pan. Así les llevan a sus casas. Roberto le dice a Laura que ya sabe lo que quiere. Y Laura está entusiasmada con Nikita.
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Los pequeños son inmensamente felices, por fin pueden disfrutar de un hogar donde quienes lo habitan les otorgan su amor y su respeto.
¡¡¡ Sirio !!!. Sirio brilla para los tres. Genial Isabel.
ResponderEliminarGracias Ángel. Esa es la idea, Sirio brilla para los tres cachorros como señal de que Nora los cuida desde allá.. ;)
EliminarAdemás, brilla con ganas Sirio! ;)
ResponderEliminarCreo que cogí la imagen dónde más brillaba ;)
Eliminar¡Qué historia más chula!
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado.
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