-¿Por qué me sigues?- le pregunta con tono de fastidio.
-Me envía Nique, la reina de las hadas- contesta la Pixie, mientras aletea feliz hacia Sybilla. Debo advertirte que Nasteala, la Reina del Abismo Insondable, ha enviado uno de sus esbirros para seguir tus huellas y quién sabe con qué oscuras intenciones.
Sybilla se queda pensativa, intenta no mostrar miedo pero es imposible no tenerlo. Nasteala es la mayor enemiga de todas las hadas de Fantasía, y hace tiempo que juró vengarse de Nique, su hermana. Hubo un tiempo en que Nasteala fue hada, la más hermosa y poderosa de todas. Conoció a un joven apuesto que resultó ser el príncipe hechicero de la tierras del Abismo Insondable, y su alma se volvió negra como la noche olvidando a sus hermanas Nique y Sybilla. Kafer, el príncipe hechicero quiso dominar Fantasía y se enfrentó a Nique, la batalla fue algo que nadie en Fantasía ha olvidado aún. Kafer quiso acabar con Nique, pero esta fue mucho más rápida y acabó con él. Nasteala al ver lo ocurrido juró vengarse de Nique y de todas las hadas del reino de Fantasía.
-¿Te dijo algo más?- pregunta Sybilla mientras mira a su alrededor.
-No, solo me dijo que debía acompañarte en todo momento.
-En ese caso deberás ocultarte- aconseja Sybilla. Pero antes dime una cosa, ¿cuál es tu nombre?
-Mi nombre es Clissa- responde la pixie mientras se oculta entre las crines del corcel blanco.
Atraviesa el bosque y llega a un hermoso valle, al fondo se ve una pequeña ciudad. Decide que puede ser un buen lugar para conocer la vida en el mundo real.
Es día de mercado, las gentes de la ciudad van de un puesto a otro haciendo sus compras. Una bella joven se abre camino entre la gente, su corcel blanco enjaezado con ricas joyas indican que debe tratarse de una dama de alta posición, quién sabe si de la realeza. Daniel se queda embobado y, al colocar una caja de manzanas que acaba de sacar del carromato de su tío, tropieza y las manzanas ruedan por el suelo.
-¡Espabila muchacho y recoge todo!-ordena furioso un individuo rechoncho y con cara de pocos amigos
Daniel se da prisa en poner todo en orden, hace tiempo que trabaja para su tío. Por las noches aprovecha para estudiar, quiere ser médico para encontrar el remedio que le devuelva el habla a su hermana pequeña, Adriana.
Fue hace tres años, cuando sus padres aún vivían, su tío ofreció al padre de Daniel y Adriana comprarles la granja. Al parecer habían muchos más interesados en la compra de la granja. Una noche la granja ardió en llamas y los padres perecieron en el incendio, por suerte pudieron poner a salvo a sus hijos. Pero la pequeña con el rostro desencajado y muerta de miedo, no volvió jamás a pronunciar palabra alguna. Su tío acogió a los pequeños y se quedó al frente de la granja.
Es la hora de salir de clase, los chicos salen con gran alboroto, un grupo lanza barro a una pequeña que aguanta estoicamente la burla de sus compañeros. La dama del corcel blanco avanza hacia el grupo y les recrimina su conducta. Adriana mira a la joven y le ofrece su sonrisa de agradecimiento. Sybilla la toma de la mano y la monta a lomos de su corcel para llevarla a su casa.
Desde una ventana de la Botica de la plaza, alguien contempla la escena y sigue atento la evolución de la joven dama.
Continuará...
Sybilla se queda pensativa, intenta no mostrar miedo pero es imposible no tenerlo. Nasteala es la mayor enemiga de todas las hadas de Fantasía, y hace tiempo que juró vengarse de Nique, su hermana. Hubo un tiempo en que Nasteala fue hada, la más hermosa y poderosa de todas. Conoció a un joven apuesto que resultó ser el príncipe hechicero de la tierras del Abismo Insondable, y su alma se volvió negra como la noche olvidando a sus hermanas Nique y Sybilla. Kafer, el príncipe hechicero quiso dominar Fantasía y se enfrentó a Nique, la batalla fue algo que nadie en Fantasía ha olvidado aún. Kafer quiso acabar con Nique, pero esta fue mucho más rápida y acabó con él. Nasteala al ver lo ocurrido juró vengarse de Nique y de todas las hadas del reino de Fantasía.
-¿Te dijo algo más?- pregunta Sybilla mientras mira a su alrededor.
-No, solo me dijo que debía acompañarte en todo momento.
-En ese caso deberás ocultarte- aconseja Sybilla. Pero antes dime una cosa, ¿cuál es tu nombre?
-Mi nombre es Clissa- responde la pixie mientras se oculta entre las crines del corcel blanco.
Atraviesa el bosque y llega a un hermoso valle, al fondo se ve una pequeña ciudad. Decide que puede ser un buen lugar para conocer la vida en el mundo real.
Es día de mercado, las gentes de la ciudad van de un puesto a otro haciendo sus compras. Una bella joven se abre camino entre la gente, su corcel blanco enjaezado con ricas joyas indican que debe tratarse de una dama de alta posición, quién sabe si de la realeza. Daniel se queda embobado y, al colocar una caja de manzanas que acaba de sacar del carromato de su tío, tropieza y las manzanas ruedan por el suelo.
-¡Espabila muchacho y recoge todo!-ordena furioso un individuo rechoncho y con cara de pocos amigos
Daniel se da prisa en poner todo en orden, hace tiempo que trabaja para su tío. Por las noches aprovecha para estudiar, quiere ser médico para encontrar el remedio que le devuelva el habla a su hermana pequeña, Adriana.
Fue hace tres años, cuando sus padres aún vivían, su tío ofreció al padre de Daniel y Adriana comprarles la granja. Al parecer habían muchos más interesados en la compra de la granja. Una noche la granja ardió en llamas y los padres perecieron en el incendio, por suerte pudieron poner a salvo a sus hijos. Pero la pequeña con el rostro desencajado y muerta de miedo, no volvió jamás a pronunciar palabra alguna. Su tío acogió a los pequeños y se quedó al frente de la granja.
Es la hora de salir de clase, los chicos salen con gran alboroto, un grupo lanza barro a una pequeña que aguanta estoicamente la burla de sus compañeros. La dama del corcel blanco avanza hacia el grupo y les recrimina su conducta. Adriana mira a la joven y le ofrece su sonrisa de agradecimiento. Sybilla la toma de la mano y la monta a lomos de su corcel para llevarla a su casa.
Desde una ventana de la Botica de la plaza, alguien contempla la escena y sigue atento la evolución de la joven dama.
Continuará...
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