Clyssa sale al exterior y cuando piensa que por fin está a salvo de todo peligro, observa a un grupo de individuos sembrando el caos en toda la villa. Se trata de un grupo de zombis, comandados por un siniestro personaje gordinflón cargado con cadenas de oro, que van saqueando todos los negocios que encuentran a su paso. La mala suerte parece el signo de Clyssa al ser descubierta por tan siniestro personaje.
-¡Capturar a esa brillante y menuda criatura!- grita enfurecido. La reina Nasteala nos dará una buena recompensa por ella.
Salen en bandada hacia ella, como perros rabiosos en pos de su presa. Clyssa intenta huir lo más rápido posible. Un zombi canijo, de pelo rubio y ojos saltones la atrapa. A pesar de su aspecto horrendo, hay algo diferente en él. Clyssa le mira con cara de pena y el canijo se queda embobado. Ella le guiña el ojo en un último gesto de ganarse la simpatía de su captor, y éste esboza una sonrisa bobalicona. Se acerca un compañero de grupo con cara de malas pulgas.
- ¡Eh tú, la tienes!
-No, pensé que la había capturado pero solo es un bichito de luz- contesta refiriéndose a Clyssa como si fuera una luciérnaga.
-Entonces suéltala, bobalicón y continúa buscando a la pixie.
- Ah, vale- contesta el canijo mientras esconde a Clyssa en el único bolsillo de su andrajoso abrigo.
El nuevo amigo de Clyssa se aparta algo del grupo y cuando comprueba que no le ve nadie, saca a Clyssa del bolsillo.
- No temas ya se han ido.
-¡Gracias por haberme salvado! No sé cómo podré agradecértelo.
- Siendo mi amiga ¿quieres ser mi amiga?- pregunta el canijo poniendo cara de pena.
-Claro, mi nombre es Clyssa- responde muy sonriente la pixie mientras aletea feliz.
- Qué bonito, yo me llamo Bob, pero todos me llaman bobo y se burlan de mí.
-Pues yo te llamaré Bob.
-Cuando estaba en el mundo de los vivos, mi madre me llamaba Bobby.
-Si te gusta más yo te llamaré Bobby- responde Clyssa.
- Tenemos que irnos antes de que te descubran- sugiere Bobby mientras señala al grupo de zombis que se ve a lo lejos destrozándolo todo.
- Sí, tienes razón. Veamos debo ir a la granja y localizar a una niña muy especial, para ponerme en contacto con Niqué la reina de las hadas de Fantasía.
- Escóndete en mi bolsillo y así ninguno de los malos te hará daño- propone Bob.
- Buena idea- responde Clyssa mientras se fija en la mirada de su nuevo amigo. Tiene los ojos verdes, y enormes. Debió ser muy guapo antes de convertirse en zombi. Lo que no entiende es como acabó formando parte de las criaturas del Abismo Insondable, aunque lo cierto es que en ese mismo instante eso le suponía una enorme ventaja. Nadie sospecharía que estaba ayudándola a ella, a una Pixie a escapar de las garras de la mismísima reina Nasteala.
Al llegar a la granja, comprueban que dos trolls sucios y malolientes están molestando a Daniel y su hermana. Bobby los mira desafiante, sus grandes ojos verdes parecen relucir y el rostro del zombi es de cólera. Las criaturas malolientes intentan enfrentarse a Bobby, pero el gato negro de ojos azules sale de las sombras y se lanza contra uno de los trolls, mientras que Bobby le lanza una enorme piedra a su contrincante. Con suerte le propina un fuerte golpe en la cabeza y el troll sale huyendo tras su compañero que va sangrando por los arañazos del gato.
Daniel y su hermana, aunque se han librado de los trolls, aún temen por su vida. Miran con temor al zombi, pero el temor se disipa. El hombre de aspecto siniestro y cadavérico saca de su bolsillo algo que resplandece, algo que les devuelve una sonrisa... ¡Es Clyssa!
-¡Vayamos al interior de la casa!- propone Clyssa. Allí estaremos a salvo, y nos permitirá ganar tiempo para que la ayuda venga a socorrernos.
Daniel no entiende nada de lo que está pasando, solo entiende que fue injusto con Sybilla, y que tiene que proteger a su hermana por encima de todas las cosas....incluso con su vida si se diera el caso.
-¿Adriana hiciste aquello que te pedí con el anillo?- le pregunta Clyssa una vez están en el interior de la vivienda. La niña mueve su cabeza asintiendo.
El gato negro de ojos azules también está dentro de la casa, se mueve muy despacio y se queda parado en el centro de la habitación dónde se encuentran ahora todos, incluida la tía Griselda. Todos lo miran con extrañeza, pero Clyssa se fija en un detalle muy importante, el gato lleva un collar muy discreto con una piedra roja. Al instante, el rubí se ilumina y la habitación toma un color rojo anaranjado. Ante ellos está Daiene, el hada de los animales y el equilibrio de la naturaleza. El zombi parece hipnotizado por los enigmáticos ojos azules de Daiene, también Daniel parece estarlo. La joven sonríe abiertamente.
-¡No temáis, la ayuda ya está en camino!- afirma Daiene.
-Entonces, el halcón dorado que nos acompañaba hasta ahora ¿también eras tú?-pregunta Clyssa algo confusa y al mismo tiempo admirada.
-Sí, también era yo. Nique me envió para mantenerla informada y protegeros en todo momento.
-¿Qué hacemos ahora?-pregunta Griselda.
- Tenemos que intentar liberar a Sybilla o al menos distraer la atención de Nasteala- propone Daiene- Y tiene que ser antes del mediodía de mañana.
-¿Por qué antes del mediodía?- pregunta Bobby.
- Porque oí decir al alcalde que acusarían ante todo el pueblo a Sybilla y la condenarían a morir en la hoguera por bruja- explica Daiene.
-Pero, eso no es cierto.
- Lo sé Clyssa, no es más que una forma más de causar dolor y debilitar a Nique- explica Daiene, que sospecha que es una trampa para atraer a Nique al momento de la ejecución y así matar dos pájaros de un tiro.
-¿Se lo has dicho a Nique?- pregunta Daniel.
-Sí, pero a veces puede más el corazón que la razón- replica Daiene.
-En ese caso tenemos que intentar algo.
-Lo haremos a primera hora de la mañana, a esa hora el alcalde y el zopenco de mi marido aún estará durmiendo- propone Griselda conocedora de las costumbres de ambos personajes. No obstante, uno es su marido y el otro su cuñado. Tal para cual.
Continuará
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