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El grumete Pablo y el pirata Malapata. La isla de las serpientes voladoras


  Después de un agotador día de playa, Pablo cae rendido en su cama. En sus brazos, su cómic favorito, "Las aventuras del Pirata Malapata". Apenas ha podido leer tres líneas antes de quedar profundamente dormido.
-Buenas noches grumete- le susurra su madre al oído, mientras le quita suavemente el cómic del Pirata Malapata y lo coloca en el escritorio, junto a los demás ejemplares. 
  Hace un poco de aire, Pablo intenta taparse. Por la ventana acaba de asomar la sombra de un pequeño mono. Tras él, aparece Malapata y su lugarteniente Sabelotodo.
- ¡Vamos carabobo, coge al grumete y vayámonos!- ordena el capitán.
- ¡Mire capitán, hay fotos nuestras en este libro!-le señala Sabelotodo. Pero Malapata no deja de fisgonear un globo terráqueo que se ilumina. Observa con detenimiento los posters de la pared de la habitación. En todas aparecen piratas, barcos enormes y en uno de ellos aparece él.
-No tenemos todo el día, coge al chico y vayámonos-  insiste sin dejar de dar al botoncito que enciende y apaga el globo.
- Capitán deje de darle al botoncito o nos descubrirán-  le advierte Sabelotodo.
  Cogen al chico, y  primero sale Sabelotodo mientras que Malapata se queda en el interior  con Pablo y luego lo sacan por la ventana. Sabelotodo que es más fuerte, lo carga sobre sus hombros como si fuera un saco de patatas. Malapata al intentar poner un pie en la escalera resbala y baja las escaleras de una sentada.
-Si no nos descubren, será porque todos en esta urbanización tienen sueño, porque usted mi capitán no ha dejado de hacer ruido desde que llegamos- se queja Sabelotodo.
-Deje de quejarse y larguémonos de una vez- ordena Malapata mientras se frota sus posaderas, parece que aún le duele del golpe.
  El sol le da en su carita y al despertar, lo primero que ve es a su amigo el mono de Malapata. Mira con curiosidad la habitación y comprueba que es el camarote de Malapata. Encima de una enorme mesa de madera tallada con muchas filigranas, hay un montón de papeles enrollados y un aparato muy raro que Pablo no sabe para que sirve, parece un reloj pero no lo es. Se fija en un mapa un tanto raro, en él hay señalada una pequeña isla, la isla de las serpientes voladoras...Se rasca la cabeza y se encoje de hombros <<qué raro, nunca he oído hablar de esa isla>> piensa mientras coge una manzana y se la come.

-¡Buenos días grumete!- oye a sus espaldas. Es Malapata que acaba de entrar muy despacio. Supongo que tendrás hambre, así que aquí tienes un buen desayuno.

 El cocinero, Luca Minestrone, acaba de llegar y trae huevos fritos con bacón, leche y una caja de cereales que a Pablo le resulta familiar.
- ¡Gracias Capitán!- responde Pablo agradecido por tanto agasajo. Mira de arriba a abajo la caja y comprueba que está abierta. Falta el CD de regalo y está completa la sopa de letras que hizo el día anterior. No hay duda es su caja de cereales, al levantar la vista le ha parecido que el pequeño mono le guiñaba el ojo.
- La caja de esos chismes es un regalo de aquí el grumete Kiko- le explica Malapata, señalando al monillo que salta feliz de un lado a otro. Pero algo atrae su atención de repente. Se trata de un retrato, en él están Malapata y Malamemoria juntos con una mujer mayor a bordo de un barco: "La Gloriosa". Antes de que Pablo abra la boca, Malapata le saca de dudas.
-¡Bah, ese es el besugo de mi hermano!-comenta como quitándole hierro al asunto. Es un retrato que nos hicimos de joven en el barco de mi abuela Rosalinda. Por aquel entonces nos llevábamos bien, pero ese ceporro no hacía más que olvidar los lugares en los que escondía los tesoros, no hacía más que perderlo todo, nos enfadamos y entonces decidió establecerse por su cuenta.
-Capitán y el tesoro que buscamos ahora ¿es de Malamemoria?-pregunta Pablo mientras engulle sus cereales favoritos.
-No, este es el tesoro de un famoso pirata, Jack el tuerto- comenta en voz baja. Es un tesoro muy codiciado por todos los piratas. Pero yo tengo ventaja....tengo el mapa- afirma soltando una gran carcajada. 
Después de desayunar, el grumete Pablo y Kiko suben a cubierta. El loro de Malamemoria les da la bienvenida. El capitán les ordena poner rumbo a toda vela hacia la isla de las serpientes voladoras. Al cabo de unos minutos el vigía divisa un barco que les sigue de lejos.
-¡Capitán, un barco a la vista!- grita el vigía desde el palo mayor.
-¡Maldita sea, es el mendrugo de Malamemoria!-grita furioso Malapata.
El capitán ordena ir lo más rápido posible, y de momento parecen tener suerte. Han perdido de vista al Olvido II. El mar está en calma y los vientos son favorables. Cuando llegan a la isla deciden fondear en una cala que está oculta, eso les dará ventaja en caso de que Malamemoria decida hacer acto de presencia.
 Avanzan por un viejo camino de tierra cubierto por la maleza. Tom Caracortada va abriendo el paso a los demás con su sable. De repente, a Pablo le asalta una duda.
-Capitán ¿hay serpientes voladoras?
-Pues no sé- responde algo contrariado. Hace calor y se quita el sombrero. No para de sudar y los mosquitos parecen haberla tomado con él. Seguro que Sabelotodo puede contestarnos a tu pregunta.
- Sí, en esta isla hay serpientes voladoras y además viven en los árboles- responde con total seguridad. También se las conoce como las serpientes tigre, no tienes más que fijarte en el sombrero del Capitán para saber qué aspecto tienen.
-¡Pero qué dices mentecato!
- En su cabeza, no me mire con esa cara, y quítese el gorro- le replica Sabelotodo.
 Todos se ríen, mientras Malapata da un respingo y tira su sombrero rápidamente. No es muy grande, pero a Malapata le da algo de repelús.
-No se preocupe, no son venenosas.
-Bien, dejémonos de monsergas y a lo que vamos.
Llegan hasta un lago y cruzan el puente de madera con cuidado. Las tablas que forman el puente no están en muy buen estado. A lo lejos divisan unos hombres, parecen los hombres de Malapata, pero al parecer son los hombres de otro pirata. Se trata de Malgenio, un viejo conocido de Malapata, con muy mal carácter. Da unos chillidos que se oyen en toda la isla.
-No pienso compartir mi botín con ese cascarrabias, así que no hacer ruido- ordena Malapata. Pero como tiene tan mala suerte, otra serpiente voladora se mueve en el árbol y va a parar a su cabeza. Al verla, se asusta y empieza a dar gritos como un poseso. Al hacer aspavientos termina cayendo de culo en el agua para jolgorio de todos. Hasta Malgenio que lo acaba de ver se parte de risa.
- ¡Eh cabeza de chorlito, mira dónde pisas tarugo!- le grita desde la orilla del lago.
-¡Mal rayo te parta caracartón!- le responde Malapata.
 Pero para sorpresa de los dos hay otro grupo de piratas en la isla. Malamemoria está desternillándose de risa, tanto que hasta se le saltan las lágrimas. La risa contagiosa de Malamemoria hace que todos se rían.
- Bueno muchachos, vamos a ....¿a dónde íbamos nosotros?- pregunta Malamemoria.
- ¡A por el tesoro, cerebro de mosquito trompetero!- le grita Malapata.
-Oh vaya habló el conejito de la suerte- Le replica Malamemoria.
- Haya paz, unamos nuestras fuerzas-propone Malgenio-Busquemos todos juntos el tesoro y después lo dividimos en tres partes. 
-De acuerdo- acepta Malamemoria.
-Yo también acepto-responde Malapata de mala gana.
 Avanzan todos hacia una montaña por la que discurre una enorme cascada. Pablo mira un poco asustado, no le gustaría tener que subir allí arriba. 
- Según el mapa el tesoro tiene que estar a diez pasos del pico del águila y a siete de la soga del ahorcado- afirma Sabelotodo.
-¿Pero, dónde está el águila?-pregunta Malgenio.
Pablo observa un saliente de la montaña, tiene la forma de la cabeza de un águila.
-¡Allí en esa roca!-grita el grumete Pablo.
-Yo no veo nada-responde Malapata.
-Sí, es cierto esa roca tiene cabeza de águila-afirma Malamemoria.
-Contemos desde la sombra de esa roca siete pasos hacia el norte.
Cuentan los siete pasos, y de nuevo se quedan parados sin saber que hacer. El mono Kiko y Pablo se quedan mirando la sombra de un árbol seco. Las ramas secas del árbol proyectan una sombra en el suelo como si tuviera una cuerda de una horca.
-Mire la sombra de ese árbol seco capitán-señala Pablo algo excitado por su buena suerte.
-Vaya grumete, hoy es tu día-le felicita Malapata.
Se tiran toda la mañana cavando, haciendo turnos de vez en cuando. El sol aprieta y el calor también. Paran un rato para comer algo. 
-Creo que tenemos que cavar un poco más a la izquierda-asegura Pablo a Kiko.
-Eh chicos, cavad unos tres pasos más a la izquierda-ordena Malgenio, que acaba de oír al chico.
Cavan más deprisa, la tierra en esa zona parece que se mueve mejor. Incluso se diría que hace poco que la hubieran removido. Al poco tiempo dan con un cofre, dos, …¡han encontrado el tesoro! Todos estallan de júbilo y lo celebran.
-Veamos que hay dentro- propone Malamemoria.
Abren el primero de los cofres, pero en él no hay nada...bueno sí, una nota.
"Queridos nietos, mientras discutíais y os poníais de acuerdo me hice con el tesoro de Jack el Tuerto. Siento deciros que, como mi barco es pequeño y no caben tantos objetos ni provisiones, tuve que tomar prestado vuestros hermosos barcos" 
Al oír esto Malgenio suelta una enorme carcajada por la mala suerte de sus dos aliados.
- Perdone usted, pero dice algo más.
- Prosiga- ordena Malgenio.
"También tomé prestado "El bronca II", para cargar con un cargamento de ron, azúcar y café que llevamos para  Jamaica....No os preocupéis, os he dejado mi hermoso y flamante barco....con mucho cariño, vuestra abuela Rosalinda."
  Cariacontecidos miran el otro cofre. Allí encuentran comida, ron, y unas monedas de oro como premio de consolación. Vuelven al barco algo apiñados, pero felices con las monedas de oro, algo es algo. Al menos, eso dice el pequeño Pablo.
- ¡Venga arriba perezoso!- le dice su madre a Pablo.
-Buenos días mamá- 
-Serán buenas tardes, caballerete- le replica su madre-.Llevas toda la mañana durmiendo. No te he querido levantar porque anoche estabas cansadísimo.
-Oh, gracias mamá.
Se levanta, y al retirar las sábanas observa dos monedas de oro. Las coge y las guarda en su cofre de los secretos. Desde la ventana, alguien le observa. Le mira y le guiña el ojo. Se trata de Kiko, que se despide de Pablo hasta otra nueva aventura.

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