Su madre para que no se sienta triste la consuela diciéndole que encontrará nuevos amigos, y que seguirá en contacto con sus amigas si así lo desea.
- Verás cómo al cabo del tiempo te gustará la nueva casa y tu nuevo colegio-le comenta su madre.
- ¿Y allí, en el nuevo colegio habrá una profe tan simpática como Alba?- pregunta la pequeña.
-Pues claro mi vida, seguro que habrá una profe tan buena y simpática como Alba.
Sus hermanos mayores están también algo tristes, dejan atrás sus amigos y el mayor, su equipo de fútbol.
Aprovechan el viernes para empaquetar todos los enseres y preparar el traslado. La pequeña revisa que todos sus juguetes estén guardados y que no se le olvide nada de nada.
-Mami, ya lo tengo todo guardado-comenta la pequeña.
-Me parece muy bien cariño mío-le responde su madre sonriendo. La alza en volandas y luego le da un beso.
-¿Puedo ir a despedirme de Lucía y Nerea?
-Claro que si cariño-responde su madre.-Es más debes ir a despedirte de tus amigas y darles tu nueva dirección.
-Pero es que yo no me sé la nueva dirección-responde la pequeña con gesto triste.
Su madre va en busca de su bolso y saca unas tarjetas de su billetera.
-Toma cariño, en estas tarjetas está la dirección con todos los datos- le dice su madre.-Así si un día sus padres van de viaje a la ciudad podrán hacernos una visita.
-¡Qué bien!-exclama llena de alegría.
- Además tampoco nos vamos tan lejos, solo estaremos a dos horas de distancia-la consuela su madre.
- Nosotros también podremos venir de vez en cuando ¿Verdad mami?
- Claro que sí- le responde su madre.
El camión de mudanzas acaba de terminar de cargarlo todo. La pequeña Elisabeth se monta en el coche con los ojitos llenos de lágrimas, sus hermanos también. No para de mirar hacia atrás diciendo adiós a sus amigas. Llora desconsoladamente y uno de sus hermanos la consuela.
La nueva ciudad es muy grande, llena de coches y edificios. Al llegar a un parque inmenso su padre les señala un edificio muy bonito con jardines y espacio para juegos.
- Familia, ya estamos en nuestra nueva casa-afirma el padre.
- Wow, qué bonito-dice uno de los pequeños.
Lleva unos días en la ciudad, pero la pequeña está triste,echa de menos su colegio, sus profesores y a sus amigas. Apenas quiere salir a jugar. Su madre está preocupada. Sus hermanos, por el contrario, han hecho nuevas amistades y están felices. Pero la pequeña no, le cuesta hacer amigos y se encierra en su habitación para jugar con sus muñecas, luego llora amargamente.
Al día siguiente, algo sucede en la clase de la pequeña Elisabeth. Ha llegado otra niña nueva. La profesora la ha puesto de compañera con ella. Es muy rubia y pecosa, y está todo el rato sonriendo. Y cuando lo hace abiertamente, se ve que está mellada.Y eso hace que la pequeña Elisabeth sonría sin querer.
- Hola, me llamo Cristina-se presenta la pequeña esbozando una amplia sonrisa dejando al descubierto la falta del diente de arriba.
- Yo me llamo Elisabeth.
- Es mi primer día de cole aquí en esta ciudad, sabes-le comenta Cristina en voz baja.
- Yo llevo una semana-responde Elisabeth.
- Entonces tendrás más amigos que yo.
- Que va, no tengo tantos-responde con cara triste-solo Almudena, pero es un poco antipática.
- ¿Quién es Almudena?
- Ves esa niña de la primera fila que nos mira tan seria?
-Si, la veo.
- Pues esa.
- Si nos mira como si fuéramos bichos raros.
- Cris, tú ¿quieres ser mi amiga?
- Pues claro.
- Cristina y Elisabeth, callaos un ratito y haced los deberes-advierte la profesora.
Al salir del colegio, la pequeña Elisabeth va feliz y contenta. Su madre sorprendida le pregunta cómo le ha ido el día y le cuenta que ya tiene una nueva amiga.
La sorpresa mayor se la encuentra por la tarde. Llaman a su puerta y alguien saluda a su madre para decirle que es su nueva vecina de enfrente.
- ¡Elisabeth!-le llama su madre-ven que quiero presentarte a una vecina nueva.
Cuando la pequeña se asoma a la puerta, allí está Cris sonriendo con su boca mellada y su carita llena de pecas.
- ¡Qué alegría, es Cris mamá, la amiga de la que te hablé!-exclama la pequeña feliz y contenta.
- ¡Qué bien, mamá es Elisabeth mi amiga del cole!-le comenta Cris a su madre.
- ¿Podemos bajar al parque un ratito?- pregunta la pequeña Elisabeth.
- Claro que sí, podéis bajar a jugar-responde la mamá de Elisabeth y confirma al mismo tiempo la madre de Cris.
Las pequeñas salen al parque a jugar y las demás niñas al verlas se van acercando con curiosidad, y así una a una se van presentando.
-¿Sois nuevas en el edificio, verdad?- pregunta una pequeña con carita traviesa y pelo corto y rizado.
-Sí, somos nuevas-responde Cris- yo me llamo Cristina, pero puedes llamarme Cris y esta es Elisabeth.
-Yo me llamo Esther-responde la pequeña.
- Y yo Lucía-responde una pequeña pelirroja con pecas y mellada como Cris.
- Yo Ana.
Y así la pequeña Elisabeth va haciendo amigas, y ya no está triste, aunque echa de menos a sus amigas Lucía y Nerea. Pero bueno, ahora tiene nuevas amigas y un nuevo cole. Y además está feliz. No para de reírse con las ocurrencias de Cristina.
El camión de mudanzas acaba de terminar de cargarlo todo. La pequeña Elisabeth se monta en el coche con los ojitos llenos de lágrimas, sus hermanos también. No para de mirar hacia atrás diciendo adiós a sus amigas. Llora desconsoladamente y uno de sus hermanos la consuela.
La nueva ciudad es muy grande, llena de coches y edificios. Al llegar a un parque inmenso su padre les señala un edificio muy bonito con jardines y espacio para juegos.
- Familia, ya estamos en nuestra nueva casa-afirma el padre.
- Wow, qué bonito-dice uno de los pequeños.
Lleva unos días en la ciudad, pero la pequeña está triste,echa de menos su colegio, sus profesores y a sus amigas. Apenas quiere salir a jugar. Su madre está preocupada. Sus hermanos, por el contrario, han hecho nuevas amistades y están felices. Pero la pequeña no, le cuesta hacer amigos y se encierra en su habitación para jugar con sus muñecas, luego llora amargamente.
Al día siguiente, algo sucede en la clase de la pequeña Elisabeth. Ha llegado otra niña nueva. La profesora la ha puesto de compañera con ella. Es muy rubia y pecosa, y está todo el rato sonriendo. Y cuando lo hace abiertamente, se ve que está mellada.Y eso hace que la pequeña Elisabeth sonría sin querer.
- Hola, me llamo Cristina-se presenta la pequeña esbozando una amplia sonrisa dejando al descubierto la falta del diente de arriba.
- Yo me llamo Elisabeth.
- Es mi primer día de cole aquí en esta ciudad, sabes-le comenta Cristina en voz baja.
- Yo llevo una semana-responde Elisabeth.
- Entonces tendrás más amigos que yo.
- Que va, no tengo tantos-responde con cara triste-solo Almudena, pero es un poco antipática.
- ¿Quién es Almudena?
- Ves esa niña de la primera fila que nos mira tan seria?
-Si, la veo.
- Pues esa.
- Si nos mira como si fuéramos bichos raros.
- Cris, tú ¿quieres ser mi amiga?
- Pues claro.
- Cristina y Elisabeth, callaos un ratito y haced los deberes-advierte la profesora.
Al salir del colegio, la pequeña Elisabeth va feliz y contenta. Su madre sorprendida le pregunta cómo le ha ido el día y le cuenta que ya tiene una nueva amiga.
La sorpresa mayor se la encuentra por la tarde. Llaman a su puerta y alguien saluda a su madre para decirle que es su nueva vecina de enfrente.
- ¡Elisabeth!-le llama su madre-ven que quiero presentarte a una vecina nueva.
Cuando la pequeña se asoma a la puerta, allí está Cris sonriendo con su boca mellada y su carita llena de pecas.
- ¡Qué alegría, es Cris mamá, la amiga de la que te hablé!-exclama la pequeña feliz y contenta.
- ¡Qué bien, mamá es Elisabeth mi amiga del cole!-le comenta Cris a su madre.
- ¿Podemos bajar al parque un ratito?- pregunta la pequeña Elisabeth.
- Claro que sí, podéis bajar a jugar-responde la mamá de Elisabeth y confirma al mismo tiempo la madre de Cris.
Las pequeñas salen al parque a jugar y las demás niñas al verlas se van acercando con curiosidad, y así una a una se van presentando.
-¿Sois nuevas en el edificio, verdad?- pregunta una pequeña con carita traviesa y pelo corto y rizado.
-Sí, somos nuevas-responde Cris- yo me llamo Cristina, pero puedes llamarme Cris y esta es Elisabeth.
-Yo me llamo Esther-responde la pequeña.
- Y yo Lucía-responde una pequeña pelirroja con pecas y mellada como Cris.
- Yo Ana.
Y así la pequeña Elisabeth va haciendo amigas, y ya no está triste, aunque echa de menos a sus amigas Lucía y Nerea. Pero bueno, ahora tiene nuevas amigas y un nuevo cole. Y además está feliz. No para de reírse con las ocurrencias de Cristina.
Comentarios
Publicar un comentario