El verano pasado, Judith, hizo una amiga muy especial, una mujer de mediana edad a quien todos llamaban "la loca de las caracolas". La llamaban así porque iba por toda la playa recogiendo caracolas de todos los tamaños, luego hacía extrañas esculturas con ellas. A Judith le pareció divertido y nada extravagante, aunque si lo fuese para muchos de los adultos y a pesar de que aquella mujer apenas hablaba su idioma, encontraron la forma de entenderse.
La loca de las caracolas aparecía cada mañana vestida de blanco y cubría su cabeza con su viejo sombrero de paja adornada con pequeñas caracolas de colores y su pelo canoso al viento. Judith, al verla salía corriendo y la saludaba. luego volvía a dónde estaban sus padres para coger un cubo de plástico. Después salía corriendo otra vez hasta alcanzar a su amiga Margareth, que así se llamaba la loca de las caracolas. Aunque ese dato solo lo conocía Judith y sus padres. A sus padres no les importaba que acompañase a Margareth, porque según lo que habían indagado acerca de ella sabían que era una mujer entrañable y una buena persona.
Según avanzaban las vacaciones, Judith había mejorado algo en sus conocimientos del inglés, lo que permitió comunicarse mejor con su amiga. Un buen día, la loca de las caracolas apareció con una silla, un caballete, un bastidor y maleta con pinturas. Le pidió permiso a los padres de Judith para retratarla en la playa. A Judith le pareció muy divertido y posó para Margareth. Pero las vacaciones se terminaron y no pudo ver terminado el cuadro, aunque Margareth le prometió que haría todo lo posible para que lo viese.
Pasó el tiempo y ya estaba finalizando el curso, cuando un buen día la directora les comunicó que el curso de 5ºA había sido invitado a una exposición de una pintora danesa muy importante, cuyo tema de la exposición era el mar. Entonces, Judith, recordó con cariño a su amiga Margareth. <<Como molaría que fuese ella la famosa pintora>> pensó Judit.
Se levantó muy temprano y se vistió enseguida. Estaba feliz, tenía una corazonada. Al llegar al colegio, allí estaba ya la profesora esperando a los alumnos pasando lista. Después de pasar lista, se fueron camino de la sala de exposición que se encontraba no muy lejos del colegio.
Al llegar vieron un enorme cartel con un dibujo de una caracola y el nombre de la pintora. Pero en el cartel el nombre de la pintora no era Margareth, era Emilie y un apellido muy raro; así que la ilusión de Judith se desinfló como un globo. Empezaron a ver algunos cuadros de una playa magnífica llena de estrellas de mar y de niños jugando. Eran francamente bonitos, pero Judith estaba tan triste que no les prestó mucha atención...no hasta que Juan que no se estaba quieto se adelantó a la otra sala y exclamó a voz en grito: ¡Mirad si se parece a Judit!
Salieron todos corriendo a ver el cuadro. Y allí en el centro de la sala estaba el cuadro, y Judith emocionada lloraba de felicidad. A su espalda notó que alguien la llamaba, al darse la vuelta se dio cuenta que Margareth estaba allí y que había cumplido su promesa. Feliz, Judith, corrió a abrazar a Margareth y ambas se fundieron en un fuerte abrazo.
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