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Entradas

Pablo y una pequeña aventura como grumete

  Esta mañana Pablo no se encuentra muy bien, tiene fiebre y su madre ha decidido llevarlo al médico. No para de toser, y le duele todo el cuerpo.     El médico le ha recomendado guardar cama durante cuatro días, y algunos medicamentos. Según le ha dicho tiene la gripe. Así que nada más llegar, se toma el jarabe para bajar la fiebre y se va a su cuarto. Se queda dormido. Su abuela al enterarse, va a visitarlo y le lleva un libro de aventuras de piratas, de los que tanto le gustan.   Al despertarse, su madre le lleva algo para comer y su medicina. Oye hablar a su abuela, que entra con el libro en la mano. Pablo al verlo sonríe con alegría y coge el libro con mucho entusiasmo.  Le da un fuerte abrazo a su abuela y le cuenta que ahora se encuentra algo mejor. Su abuela está un ratito con él charlando y le da su regalo.  La fiebre le ha bajado y aprovecha para sumergirse en las aventuras del Pirata Malapata, su villano favorito. En esta ocasión, Malapata está buscando un tesoro, qu

¿Existen las sirenas?

     ¡Hola! me llamo Clara y tengo cinco años. Este verano he ido de vacaciones a la playa con mi familia. Y estoy muy feliz porque he hecho muchos amigos y nos lo hemos pasado genial.   Me acuerdo de un día que Carlitos, el más pequeño de mis nuevos amigos, vino haciéndose el importante. -¿Sabéis una cosa?-nos preguntó a todos con cara de misterio. -¿Qué cosa?-le respondió Marta. -Que han encontrado una sirena de verdad en una playa de no sé dónde-respondió él  -Te lo has inventado-le acusó Nerea, que siempre está discutiendo por todo con Carlitos.    Nerea y Carlitos a pesar de estar discutiendo por tonterías, luego no pueden estar el uno sin el otro. Creo que a Nerea le gusta Carlitos. Pero bueno eso es otra historia. -No, no me lo he inventado-respondió el muy serio-me lo ha contado mi hermano Antonio, y me ha enseñado el vídeo con la sirena muerta en la playa. -¡Bah, eso es mentira-dije yo para terminar de fastidiar a Carlitos-las sirenas no existen. -

El triste trovador

  En la plaza Mayor de una ilustre ciudad, hace días que un triste trovador purga sus cuitas desgranando bellos poemas, historias de amor con final feliz, y aunque tiene muchas damas que por su amor suspiran, tiene roto el corazón.  En esa misma plaza, un mendigo invidente suele contar bellos romances de caballeros valientes, pero desde que apareció el noble trovador le han disminuido las ganancias y también los oyentes. El trovador enamorado, sus bellos poemas eleva cuando pasa la mujer de sus sueños. Más ella no le hace caso y pasa dándole de lado.  Hubo un tiempo en el que los dos reían, le sonreía la suerte y la dama de sus sueños firmes promesas le hacía. Pero un día el noble caballero, descubrió que la dama le engañaba y que por él su corazón no suspiraba. Así que el noble caballero roto de dolor, cayó en un inquietante silencio y demudó la color. Al poco tiempo, decidió una estrategia la de rendirla a sus pies con sus poemas, y desde entonces cada mañana en la plaza se a

En busca de hogar

  Cae la noche y Nora ya no puede más, en un último aliento le pide a sus tres cachorros que sigan adelante, que busquen el punto más alto del bosque y cuando divisen la ciudad se dirijan a ella. Sus cachorros se resisten a dejar a su madre, pero ésta les asegura con lágrimas en sus ojos que ella ya no podrá caminar ni un segundo más, se siente débil. Les pide que sean fuertes, que pongan rumbo a la ciudad, allí podrán encontrar comida y quien sabe....un humano que les pueda acoger y dar una vida mejor de la que ella hasta ahora ha tenido.     En la oscuridad de la noche, la luna llena ilumina el camino de los pequeños que avanzan tristes y cabizbajos. Atrás ha quedado Nora, sola y moribunda. No tenía otra opción, siente que sus fuerzas le abandonan y en ese último suspiro, el recuerdo del calor de un hogar en el que fue feliz. Allí tenía el cariño de Humberto, un hombre mayor que la mimaba como si fuera la nieta que nunca tuvo. Pero Humberto no tenía familia y murió sin más compañía

Una muñeca en un baúl olvidada

  Hoy ha llegado al baúl la rubia oxigenada por la que me cambiaste. Confieso que desde que tomaste la decisión de dejarme en aquella estantería, olvidada y triste, cogiendo polvo día a día, la odié con todas mis fuerzas. Ahora la miro y al verla así, triste y deshecha de dolor, con la misma expresión que tuvimos todos los demás al ser depositados en este lúgubre baúl, siento pena por ella.    Recuerdo aquellos días en los que era tu muñeca preferida. Me contabas historias de princesas y caballeros valientes al rescate. Al anochecer, convencías a tu madre para que durmiera contigo. Te abrazabas a mí con mucho cariño y yo me sentía inmensamente feliz. Cada mañana te despedías diciéndome, no te preocupes pronto volveré del cole y jugaremos juntas. Y yo no me preocupaba porque sabía que pronto estaría contigo otra vez. A veces jugábamos con otras niñas y sus muñecas...¡lo pasábamos tan bien!    Llegó un día de Navidad, estabas muy nerviosa y me dijiste que no tuviera

La contadora de estrellas🚀

      Llega la hora de dormir y la pequeña Clara se resiste a que la dejen sola en su cuarto. Su madre para convencerla de que no debe tener miedo, abre la puerta del armario y la anima a asomarse. -Ves, aquí no hay nada a lo que temer hija, solo tu ropa. -¿Seguro mami?- pregunta mientras mira con recelo el interior de su armario.  A continuación, su madre se agacha y la invita a hacer lo mismo para mirar juntas bajo la cama. -Aquí tampoco, solo está la pieza del puzzle que estabas buscando esta tarde. -Oooh vaya, gracias mami.   Aún así, Clara no quiere quedarse a oscuras sola en su cuarto y no quiere admitir que tiene miedo. Le pide a su madre que le deje encendida la luz para ver los dibujos de su cuento favorito. Su madre sonríe y al final se queda un ratito a contarle una bonita historia de un niño que tenía como misión contar estrellas todas las noches. Al final, Clara cae rendida y se duerme apaciblemente.    Al día siguiente, al volver del cole se encuentra

El grumete Pablo y el pirata Malapata. La isla de las serpientes voladoras

  Después de un agotador día de playa, Pablo cae rendido en su cama. En sus brazos, su cómic favorito, "Las aventuras del Pirata Malapata". Apenas ha podido leer tres líneas antes de quedar profundamente dormido. -Buenas noches grumete- le susurra su madre al oído, mientras le quita suavemente el cómic del Pirata Malapata y lo coloca en el escritorio, junto a los demás ejemplares.    Hace un poco de aire, Pablo intenta taparse. Por la ventana acaba de asomar la sombra de un pequeño mono. Tras él, aparece Malapata y su lugarteniente Sabelotodo. - ¡Vamos carabobo, coge al grumete y vayámonos!- ordena el capitán. - ¡Mire capitán, hay fotos nuestras en este libro!-le señala Sabelotodo. Pero Malapata no deja de fisgonear un globo terráqueo que se ilumina. Observa con detenimiento los posters de la pared de la habitación. En todas aparecen piratas, barcos enormes y en uno de ellos aparece él. -No tenemos todo el día, coge al chico y vayámonos-  insiste sin de